Hace algún tiempo, un poco más allá de dos años, nunca me hubiese imaginado que estaría tratando de rescatar los sabores y costumbres de la comida venezolana, siempre estuve escéptica pensando que no encontraría verdaderos ingredientes para poder lograr un plato digno de cualquier comensal acostumbrado a recorrer las mejores mesas de los más selectos restaurantes del mundo.
Pero al decidir comenzar a estudiar cocina y abrirme a aquel mundo tan interesante que tanto me atrajo me di cuenta que podía rescatar muchos sabores perdidos de nuestra comida criolla.
Pero al decidir comenzar a estudiar cocina y abrirme a aquel mundo tan interesante que tanto me atrajo me di cuenta que podía rescatar muchos sabores perdidos de nuestra comida criolla.
Podemos hablar de cocina venezolana, aun cuando no está a lo mejor lo suficientemente definida, puedes reconocerlo por el aroma, el sabor, la textura, los ingredientes y las técnica heredadas de la abuela. Una simple analogía los venezolanos en su mayoría preparamos el sofrito de forma parecida le colocamos cebolla, ají dulce, cilantro y algo de papelón o azúcar, que es válido para las caraotas, el asado negro, la carne mechada, una salsa de pasta, o simplemente evocando aquellos guisos que recuerdan nuestra niñez y entonces sabrás que es nuestro porque aquello "lo hueles" desde la esquina, eso caracteriza más a un país que un cúmulo de recetas, o en nuestro caso un cúmulo de adaptaciones de recetas. Simplemente recordamos y extrañamos las mezclas de sabores cuando cruzamos fronteras y empezamos a poner en uso esa memoria gustativa, que nos lleva a el sazón criollo, las arepas, las empanaditas de cazón, el indiscutible queso de mano o telita y cuando entra diciembre las hallacas y pan de jamón que son mezclas que identifican la verdadera época decembrina de un buen venezolano.
Siempre pero siempre esa memoria gustativa y olfativa nos llevara a nuestras raíces, libremente quien es el que designa que es lo venezolano o no, a mi parecer lo criollo es lo que nosotros mágicamente creamos con ingredientes de esta tierra o con lo adoptado de otras culturas pero que sin duda mantiene esos ricos sabores que nos llevaran a disfrutar de este grato placer gastronomico.
Es lamentable que Caracas no sea uno de los mejores sitios para comer comida venezolana. Eso es critico, porque consigues una sociedad que se place en ser lo más representativo de otras culturas, pero poco representativo de lo de adentro. No tenemos identidad gastronómica. Muchos de los restoranes criollos claves son dirigidos por españoles o portugueses que ha modificado la comida venezolana.
Nosotros menospreciamos lo propio, como dijo Simón Rodríguez, “somos una sociedad vertida hacia fuera, con el alma escondida y con las tripas como hacia fuera”.
Maria Eugenia Oropeza
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